*DF, en el colapso
Angel Viveros |Opinión
Jueves 29 de Octubre, 2009 | LA CRONICA
Las autoridades del Distrito Federal desde 1985 guardaron bajo siete vueltas de llave el Atlas de Riesgos de la capital del país. Dar a conocer los resultados duros causaría pánico entre la población, colapsaría el negocio inmobiliario y la urbe se volvería ciudad fantasma. Los socavones en 2009 en tres delegaciones son la voz de alerta.
El gobierno del Distrito Federal sabe que de dar a conocer información precisa del subsuelo de la ciudad de México, donde existen enormes oquedades semejantes a queso gruyere y el terreno se hunde a razón de 15 centímetros anuales en la zona centro y otras delegaciones, las inversiones se vendrían abajo. Si en 1985 salieron del DF alrededor de dos millones de habitantes, ahora las calles quedarían desiertas, por lo que capital mata seguridad de capitalinos.
La Asamblea Legislativa cita para la semana próxima al titular de Protección Civil, Elías Moreno Brizuela, para que explique el Atlas de Riesgos, sólo para tapar el ojo al macho, pues presentará un Atlas apenas concluida su primera etapa en septiembre de 2007, donde aparecen las líneas de la falla sísmica, grietas, lo que fueron minas de arena, pero no los datos de aquel elaborado por técnicos mexicanos, japoneses, franceses y estadunidenses, que hurgaron con aparatos de punta las entrañas del Distrito Federal, después del terremoto de1985 de 8.1 grados en la escala de Richter, que destruyó alrededor de 30 mil edificaciones y dejó un saldo aproximado de 45 mil muertos.
El desconocimiento o ignorar el primer Atlas de Riesgos por parte de las autoridades capitalinas podría haber permitido en los últimos años la explosión inmobiliaria en la capital del país, sin respetar el reglamento de construcción modificado después de 1985 que marcó tres zonas: lacustre –de alto riesgo–, intermedia y de montaña –poco riesgo–. En la primera que abarcaría la delegación Cuauhtémoc, parte de las de Iztapalapa, Venustiano Carranza, Iztacalco, Gustavo A. Madero, Benito Juárez, Álvaro Obregón, sólo para edificios horizontales y máximo de cuatro niveles; para la segunda hasta seis niveles y la tercera sin límite. Aun así, los socavones en las delegaciones Álvaro Obregón, Benito Juárez e Iztapalapa son advertencia para detener la explosión de edificios habitacionales, pues inversión ha matado seguridad para los capitalinos.
Los legisladores locales más bien deberían exigir más obras de recarga de acuíferos, pues ahora apenas 209 millones de metros cúbicos anuales llegan a las profundidades para la recarga, después de que 77 por ciento del agua utilizada en la Cuenca de México proviene de fuentes subterráneas. Además de realizar el programa detenido de abrir alcantarillado en la urbe que capte agua de lluvia para llevarla al subsuelo en vez de desalojarla por el drenaje. Hay registros de hundimientos en la zona del México antiguo a razón de 15 centímetros anuales, producto de la sobreextracció n de agua del subsuelo. En el aeropuerto internacional Benito Juárez se gastan millones de pesos anuales para nivelar las pistas que acusan hundimientos continuos. El canal del desagüe queda cerca de siete metros sobre el Zócalo capitalino.
De todas maneras, la presencia del titular de Protección Civil, Elías Moreno Brizuela, en la Asamblea Legislativa será útil para conocer las acciones preventivas y la respuesta a las emergencias, luego de que el vulcanólogo Shri Krishna, jefe del departamento de Sismología y Vulcanología de la UNAM, ha pronosticado otro terremoto de ocho grados, debido a que la placa de Cocos y Rivera se están metiendo bajo la placa norteamericana.
Por lo pronto, se debe cumplir con las normas precisas del reglamento de construcciones en las tres zonas de alto, bajo y poco riesgo que contempla el Altas recién elaborado y que estará pronto en internet para el conocimiento de los interesados.
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