Luis Daniel Avila Acosta
ldanielavila@yahoo.com.mx
• Adopte uno
La solovina, es una gata que vino sola a vivir a un predio frente a la casa (seguro que alguien la aventó). A casi un año de edad, un gato (viejo por cierto) le doró la píldora seguramente diciéndole que la sacaría de ese lugar, que le daría lujos y que formarían una bonita familia, ja ja ja ¡esos gatos!
También existe la posibilidad de que a la solovina le haya ganado el ansia (como diría mi abuelita), pero sin estudios, ni experiencia y sin nadie que la orientara, como resultado tenemos cinco gatos (aun no sabemos su sexo) que vivirán en la calle, y que en menos de lo que canta un gallo se multiplicarán como buenos mexicanos, como consecuencia más gatas solteras.
Actualmente mi mamá alimenta a la solovina, pero la vicenta no ve con buenos ojos esa actitud de quien la cuidó y con quien ha compartido el sillón desde los primeros meses de edad. Por cierto, usted no está para saberlo ni yo para contarlo, pero así está la cosa: la vicenta es una gata que también fue arrojada, al hogar de mi prima Silvia, y ella nos la dio. No está de más decir que la vicenta es demasiado inteligente.
Lo anterior, querido lector, para emblandecer su corazón a fin de que adopte uno de estos gatos hijos de padre desnaturalizado. Posteriormente llevaré a la solovina al médico veterinario porque no creo que le gusten las pláticas de anticoncepción, así le hicimos con la vicenta. Tristemente nuestra mascota se volvió muy fría (¿más?, pero se volvió hogareña), ahora no pela ni al Gato con Botas ni a Don Gato.
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La solovina, es una gata que vino sola a vivir a un predio frente a la casa (seguro que alguien la aventó). A casi un año de edad, un gato (viejo por cierto) le doró la píldora seguramente diciéndole que la sacaría de ese lugar, que le daría lujos y que formarían una bonita familia, ja ja ja ¡esos gatos!
También existe la posibilidad de que a la solovina le haya ganado el ansia (como diría mi abuelita), pero sin estudios, ni experiencia y sin nadie que la orientara, como resultado tenemos cinco gatos (aun no sabemos su sexo) que vivirán en la calle, y que en menos de lo que canta un gallo se multiplicarán como buenos mexicanos, como consecuencia más gatas solteras.
Actualmente mi mamá alimenta a la solovina, pero la vicenta no ve con buenos ojos esa actitud de quien la cuidó y con quien ha compartido el sillón desde los primeros meses de edad. Por cierto, usted no está para saberlo ni yo para contarlo, pero así está la cosa: la vicenta es una gata que también fue arrojada, al hogar de mi prima Silvia, y ella nos la dio. No está de más decir que la vicenta es demasiado inteligente.
Lo anterior, querido lector, para emblandecer su corazón a fin de que adopte uno de estos gatos hijos de padre desnaturalizado. Posteriormente llevaré a la solovina al médico veterinario porque no creo que le gusten las pláticas de anticoncepción, así le hicimos con la vicenta. Tristemente nuestra mascota se volvió muy fría (¿más?, pero se volvió hogareña), ahora no pela ni al Gato con Botas ni a Don Gato.
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