30 de junio de 2009
Viene a menos Centro de Reciclaje Comunitario en Iztapalapa; persisten malos hábitos
En la unidad habitacional Cananea del predio El Molino, al sur-oriente de Iztapalapa, se encuentra un Centro de Reciclaje Comunitario (CRC-C) que desde 1988 viene intentando separar los residuos sólidos, para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
La unidad Cananea actualmente cuenta con una población de 4,974 habitantes y 1,086 viviendas. Sin embargo, no todos participan. Actualmente, sólo 0.5% de las personas llevan materiales reciclables para su tratamiento en el CRC-C.
La falta de continuidad en los talleres comunitarios, las divisiones internas, un mercado local pequeño, insumos mal pagados, y la baja participación comunitaria explican la venida a menos de un proyecto que nació con la idea de gestionar recursos económicos en beneficio de los habitantes de la unidad habitacional.
Funcionamiento del CRC-C
En un espacio de 60 metros cuadrados luce la protagonista de las nuevas creaciones del plástico reciclado; una máquina termo-aglomeradora, o molino, donde el residuo sólido es procesado para convertirlo en un insumo que después se reparte a pequeños talleres que se dedican a la producción de plásticos, a un precio promedio de un peso con cincuenta centavos el kilogramo.
Es así como el Centro de Reciclaje Comunitario-Cananea funciona para los residuos sólidos de tipo plástico. Al centro llegan 300 tipos de plásticos que, al mezclarlos, dan pie a otras modalidades:
1) Polietileno (de baja y alta densidad) en plasta.
2) Polietileno soplado. Después de obtener el insumo molido, se le adhiere una tinta o un brizado para producir cajas cristalinas o vasos. Dentro de esta modalidad existe el polietileno negro, que sirve de base para la producción de bolsas de plástico y se caracteriza por haber pasado varias veces por un proceso de reciclado; por tal motivo se obtiene un producto de baja calidad para el mercado.
3) Polipropileno de alta densidad, en papel y de alta densidad, en envases o PET. Este polipropileno es preparado en el molino para obtener un insumo pesado que se utiliza para la elaboración de productos como mecates de plásticos o reatas de plástico.
Los problemas
Sin embargo, no todo es positivo en esta experiencia comunitaria de preocupación por el medio ambiente. Falta el vigor de la gente. Víctor González, encargado del CRC-C y que ha participado como director de mejoramiento barrial comunitario en la zona de El Molino, hace hincapié en que ellos mismos "necesitan buscar los plásticos o comprarlos, porque la comunidad ha dejado de participar en ello y se ha perdido la iniciativa por la que se emprendió este centro de reciclado, [ya que] no se tiene un mercado amplio y la ganancia ha sido muy poca".
Para Víctor otro problema es que "los habitantes no están tan preparados para estos proyectos, debido a que falta incrementar los hábitos de reciclado en los hogares".
Ante esta situación recomienda "formar nuevamente los talleres comunitarios para inculcar, en las familias, estos hábitos de higiene, comenzar de lo local para expandir estos hábitos a lo general". En sus palabras "Recolectar y separar la basura no es fácil, pero es más difícil no tener un centro de reciclado".
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