viernes, 20 de marzo de 2009

Tlahuac rechaza la linea 12

Cuatro pueblos originarios rechazan la Línea 12 Bicentenario del Metro

El Metro, en 50 años, tan sólo se hundiría cinco metros, es decir 10 centímetros por año, pero con el diseño que ustedes ven se evitaría que el paso de los trenes sufrieran afectaciones: sustentó Enrique Horcasitas Manjarréz, director General del Proyecto Metro Justo en el Paso del Conejo, al filo de las seis de la tarde, el 20 de febrero, cuatro pueblos hermanos, Tláhuac, Zapotitlán, Tlaltenco y Culhuacán se encontraron para ratificar, con el saludo y el abrazo, el no rotundo a la construcción de la Línea Dorada 12 del Metro -también conocida como Bicentenario- allá, en Zapotitlán.

Los de Zapotitlán, partieron, rumbo al encuentro, de la Iglesia de la Asunción en donde el párroco les dio la bendición. Los de Tláhuac y Tlaltenco salieron de la llamada Caseta del Paraje de Torremotitla hacia Zapotitlán con un retrazo de una hora por el intento de sabotaje de patrulleros de la localidad, quienes finalmente se hicieron a un lado y el contingente marchó hacia el lugar designado. Los de Culhuacán partieron del kiosco del pueblo, cercano al lugar donde el 13 de febrero fueron agredidos por los granaderos enviados por el gobierno de Marcelo Ebrard al manifestarse, pacíficamente, en el entronque de Avenida Tláhuac y Taxqueña, en contra de la edificación de la Línea Bicentenario.

Recuento de los daños
En ese momento a los elementos de la fuerza pública no les importó aventar y golpear a mujeres, niños y personas de la tercera edad. La orden la dio Alfredo Alcántara Pérez, funcionario de Concertación Política del GDF.

Alcántara Pérez, de manera prepotente, soberbia y altanera llegó a dar un ultimátum: o aceptaban -los habitantes del Culhuacán- una reunión con Héctor Hernández Llamas, subsecretario de Coordinación y Enlace Gubernamental de la secretaría de Gobierno del DF, el lunes 16 de febrero, a las 19:00 horas y se dejaba libre el paso vehicular o en un lapso de minutos serían repelidos por los hombres de azul.
Con la agresión Alfredo Alcántara, de manera contundente, dio un no a una posible reunión con el Jefe del Gobierno capitalino que exigían los afectados ambientales, ante las chacotas de funcionarios del Metro y del GDF. Los granaderos, con el uso de violencia física, marginaron a los manifestantes contra la pared y ahí los obligaron a dispersarse.

La medida de reclamo al gobierno de Marcelo Ebrard, incapaz de proporcionar la información solicitada respecto a los impactos ambientales, sociales, culturales, se debió, además, a las notificaciones que les fueron entregadas a los afectados de la curva de Santa María Tomatlán, de manera extraoficial.

Otorgaron a los desposeídos en ciernes sólo un papelito, un mapa hecho a mano y en copia fotostática, nada oficial, mismos que inquietaron a los afectados, por lo que en respuesta se realizó, de manera solidaria, la manifestación en el entronque de Taxqueña y Tláhuac.
Causó tal indignación que los vecinos de Culhuacán no esperaron más y decidieron, de manera colectiva, manifestarse para exigir una explicación al atropello psicológico, seudo jurídico y del leonino procedimiento leguleyo de notificación.

Hartos de mentiras e ineptitud de defensa de parte del delegado de Iztaplapa, Horacio Martínez Meza; de las mentiras y burlas de los funcionarios Héctor Hernández Llamas, Enrique Horcasitas Manjarréz, director General del Proyecto Metro, de la secretaría de Obras y Servicios, del propio secretario de Obras y Servicios, Jorge Arganis Díaz Leal y de la nefasta charlatanería del subdirector de Afectaciones del Metro, Benjamín de Jesús Moya, optaron por tomar las calles del Pueblo.

La irritación creció aún más cuando los culhuacanenses se enteraron que unos seudos representantes perredistas, Ernesto Fernández Tachiquín y Felipe Valverde, a nombre de los dueños o poseedores de los predios dañados aceptaron un pago mediante un convenio de liquidación por las afectaciones pasadas sufridas en la entonces Calzada México Tulyehualco, (Tláhuac) en los años de 1963 y 1984.

Dicho pago abrió la posibilidad de más afectaciones patrimoniales de decenas de familias con otro corte a sus propiedades en esta localidad y lo que derramó la gota en el pueblo de Culhuacán fue que cambiaron el uso de suelo: el GDF considera a los pueblos como ejidos y no como propiedad privada.

Otra de las razones por las que se opusieron el 13 de febrero los habitantes de Culhuacán es el posible rompimiento de sus tradiciones y culturas, usos y costumbres de los ocho Pueblos del lugar, de darse una virtual construcción del Metro.

Un motivo más es que Ebrard Casaubón no respetó los resultados de la Consulta Verde y el trazo original que se consensuó entre el pueblo y el gobierno capitalino durante el escrutinio, realizado en el 2007: que la Línea 12 pasara por el Eje 3 oriente, Arneses y no por Avenida Tláhuac, que ya aparece en el nuevo trazo, fundamentalmente.

El camino de la Unidad
Pasadas las cuatro de la tarde, los de Zapotitlán, ya con la bendición del párroco de la Asunción , salieron en una actitud de triunfo de la Plaza de ese pueblo rumbo a la avenida Tláhuac. Caminaron por Juárez, hacia los Arcos. Justo ahí, los que encabezaban la marcha, divisaron a los culhuacanenses, los que desplegaban sendas mantas con leyendas de No al paso del Metro por Tláhuac.

Se observó un momento de fiesta, de gran emotividad y el despliegue se nutrió con los nuevos integrantes, los ánimos crecieron. Al llegar a la avenida Tláhuac, los conductores y viandantes observaban con sorpresa, jubilo; otros, unos cuantos, con descontento y extrañeza el despliegue de la multitud: hasta ahí eran más de 400 revolucionarios.

Los uniformados se limitaron sólo a custodiar a los manifestantes, descuidando el manejo del tránsito vehicular; asumieron una actitud paternalista, pese que sus rostros dibujaban desprecio y enojo hacia los marchistas, más aún cuando se escuchaban consignas en contra de Marcelo Ebrard y de Ernesto Ensástiga, delegado de Tláhuac. Ambos, clasificados de ineptos, sordos, ciegos y mentirosos.

La fila fue creciendo conforme se avanzaba hacia el Paso del Conejo, hacia la i griega, donde convergen o se bifurcan los caminos, según se vea. Los cientos de mirones escuchaban con atención los floridos reclamos de la multitud inconforme; poco a poco la serpentina crecía, se iba alimentando de solidarios: el no al metro, no al metro, no al metro, calaba hondo, calaba en las conciencias de los sureños de la capital del país.

Como testigos mudos estaban ahí tremendos bloques de plástico amarillos que delimitaban los perímetros de construcción, junto con las mallas naranja y con las iniciales del Grupo ICA.
Las precarias obras sólo alcanzaban a cubrir tubos negros de plástico, posiblemente para el drenaje: en la parte central de la avenida en ese corte, en el piso, se notaban las marcas de los topógrafos; las señales evidenciaban ya los trazos de la magna obra, de la ego obra ebrarista en ciernes, eufemísticamente llamada Bicentenario.

Paso a paso, metro a metro, centímetro a centímetro se fueron sumando más y más personas inconformes, que si viviera Emiliano Zapata gozaría como nunca al ver a sus correligionarios defender sus tierras: la tierra es de quien la trabaja, se recordaría.

Era increíble que el Jefe del gobierno Capitalino aludiera al Bicentenario de La Independencia y de la Revolución al destruir con la Línea del Metro lugares históricos, tradiciones y culturas, usos y costumbres milenarias de más de 2 mil 500 años.

A sus asesores se les olvidó recordar que la primera ciudad que se construyó en la zona Lacustre, antes del señorío azteca, fue precisamente el Pueblo de Culhuacán, por allá de los años seis cientos, y Marcelo junto con ICA, con millones de toneladas de cemento tratan de enterrar parte de lo que el festejará: el centenario de la Revolución , vaya cosa.
A tan sólo unos metros de distancia se veían, a los lejos, entre un tenue velo de polvo del camino el ensanchamiento de más de 200 habitantes de Tláhuac y Tlaltenco; al encuentro iban los pueblos hermanos de Zapotitlán y Culhuacán poco a poco se fueron acercando.

Justo en la curva el tiempo se detuvo unos instantes, en los rostros se dibujó una sonrisa de victoria, en los abrazos y en los saludos se confirmó el no rotundo al Metro, se marcó el inicio de una batalla, de un paso firme para ganar la guerrera. Fue el momento de enviar un mensaje a Marcelo Ebrard Casaubón estamos organizados y no nos detendrán.

Ahí se manifestó una respuesta clara y contundente a quien pensó que con engaños, con presiones y amenazas debilitaría a los inconformes, a los que en su mente orillaría a su miserable capricho: la Línea Bicentenario ahuevo…

El momento crucial fue el mitin en donde cada uno de los pueblos se manifestó en contra de la construcción de la línea del Metro12, Bicentenario, Dorada, frente a un contingente que sumó más de mil personas…

Llegó la hora de decir un no retundo a la consolidación del basurero, a la construcción de la escuela de policía; no al megaproyecto de centros comerciales. No a los atentados en contra de los mantos freáticos que producen el abasto del 35 por ciento de agua potable para todo el Distrito Federal. El no a las políticas totalitarias del priista-perredista Marcelo Ebrard Casaubón.

El no rotundo a que los pleitos internos de las tribus del PRD afecten la integridad de los pueblos originarios; el no rotundo a la complicidad de la PAOT , de los diputados locales y federales del sol Azteca, Convergencia y Partido del Trabajo con los gobiernos de Marcelo Ebrard y los de los incondicionales jefes delegacionales de Tláhuac, Iztapalapa y Magdalena Contreras, contra los traidores y vivales lidercillos que se aprovechan de la lucha pacífica de los pueblos originarios del sureste capitalino.

Este es apenas el principio de una gran defensa por evitar un etnocidio, un ecocidio y una hecatombe de proporciones nacionales, el desabasto de agua potable para más de 20 millones de personas.

Una quinta parte de la población nacional en menos de 10 años tendría sed, la piel de los pueblos estaría marchita al apostarle todo a la construcción de la Línea Capricho Dorado Casaubón la que tan sólo tendría una duración de 50 años porque en ese lapso tendría un hundimiento de cinco metros, a razón de diez centímetros por año, según lo explicó, Enrique Horcasitas Manjarrèz, durante la presentación del Proyecto Ejecutivo de la Lìnea 12 Dorada del Metro, en sus oficinas, hace unos días.

FUENTE http://vecinos.ciudadanosenred.com.mx/tlahuac/

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